El Dhammapada

Viernes, 28 de Enero de 2011 09:01 Administrador
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El Dhammapada


- El Camino de la Sabidur�a del Buda -


Budha


Cap�tulo 1: Versos gemelos

1. Todos los estados encuentran su origen en la mente. La mente es su fundamento y son creaciones de la mente.
Si uno habla o act�a con un pensamiento impuro, entonces el sufrimiento le sigue de la misma manera que la rueda sigue la pezu�a del buey...

2. Todos los estados encuentran su origen en la mente. La mente es su fundamento y son creaciones de la mente.
Si uno habla o act�a con un pensamiento puro, entonces la felicidad le sigue como una sombra que jam�s le abandona.

3. "Me maltrat�, me golpe�, me derrot�, me rob�". El odio de aquellos que almacenan tales pensamientos jam�s se extingue.

4. "Me maltrat�, me golpe�, me derrot�, me rob�". Quienes no albergan tales pensamientos se liberan del odio.

5. El odio nunca se extingue por el odio en este mundo; solamente se apaga a traves del amor. Tal es una antigua ley eterna.

6. Muchos desconocen que al disputar, perecemos; pero aquellos que lo comprenden, refrenan por completo sus disputas.

7. Al que vive apegado al placer, con los sentidos irrefrenados, sin moderaci�n en la comida, indolente, inactivo, a ese Mara lo derriba, como el viento derriba a un �rbol d�bil.

8. Al que vive consciente de las impurezas, con los sentidos refrenados, moderado en la comida, lleno de fe, lleno de sustentadora energ�a, a ese Mara no lo derribar�, como el viento no derribar� a la monta�a.

9. Quienquiera que sea que carezca de autocontrol y no permanezca en la verdad, aunque se vista con la t�nica amarilla, no es merecedor de ella.

1O. El que se ha liberado de toda mancilla, est� establecido en la moralidad y se curte en el autocontrol y la verdad, tal es merecedor de la t�nica amarilla.

11. Los que imaginan lo no esencial como esencial y lo esencial como no esencial, debido a tan equivocado juicio nunca llegan a lo Esencial (Nibbana, el supremo refugio m�s all� de las ataduras).

12. Pero aquellos que ven lo esencial en lo esencial y lo inesencial en lo inesencial, debido a su correcta visi�n, perciben la esencia.

13. As� como la lluvia penetra en una casa mal techada, la avidez penetra en una mente no desarrollada.

14. As� como el agua no penetra en una casa bien techada, la avidez no penetra en una mente bien desarrollada.

15. El malhechor se lamenta ahora y se lamenta despu�s. Se lamenta tanto aqu� como all�. Siempre se lamenta y sufre percibiendo la impureza de sus propios actos.

16. El bienhechor se regocija ahora y se regocija despu�s. Tanto aqu� como all� se regocija. Se regocija; se regocija enormemente, percibiendo la pureza de sus propios actos.

17. Sufre ahora y sufre despu�s. Sufre en ambos estados. �He actuado mal�, se dice sufriendo. Adem�s, sufre aboc�ndose a un estado mas doloroso. As� el que mal obra.

18. Goza ahora y goza despu�s. En ambos estados es verdaderamente feliz. �He actuado bien, se dice feliz. Adem�s, aboc�ndose a un apacible estado es feliz. As� el que bien obra.

19. Aunque uno recite muy a menudo las escrituras, si es negligente y no act�a en consecuencia, es como el vaquero que cuenta las vacas de los otros. No obtiene los frutos de la Vida Santa.

20. Aunque uno recite poco las escrituras, si se conduce seg�n la Ense�anza, abandonando el deseo, el odio v la ilusi�n, provisto con una mente bien liberada y no apeg�ndose a nada ni aqu� ni despu�s, obtiene los frutos de la Vida Santa.


Cap�tulo 2: La Atenci�n

21. La atenci�n es el camino hacia la inmortalidad; la inatenci�n es el sendero hacia la muerte. Los que� est�n atentos no mueren; los inatentos son como si ya hubieran muerto.

22. Distinguiendo esto claramente, los sabios se establecen en la atenci�n y se deleitan con la atenci�n,� disfrutando del terreno de los Nobles.

23. Aquel que medita constantemente y persevera, se libera de las ataduras y obtiene el supremo Nibbana.

24. Gloria para aquel que se esfuerza, permanece vigilante, es puro en conducta, considerado, autocontrolado, recto en su forma de vida y capaz de permanecer en creciente atenci�n.

25. A trav�s del esfuerzo, la diligencia, la disciplina y el autocontrol, que el hombre sabio haga de s� mismo una isla que ninguna inundaci�n pueda anegar.

26. El ignorante es indulgente con la in atenci�n; el hombre sabio custodia la atenci�n como el mayor tesoro.

27. No os recre�is en la negligencia. No intim�is con los placeres sensoriales. El hombre que medita con� diligencia, verdaderamente alcanza mucha felicidad.

28. Cuando un sabio supera la inatenci�n cultivando la atenci�n, libre de tribulaciones, asciende al� palacio de la sabidur�a y observa a la gente sufriente como el sabio monta�ero contempla a los� ignorantes que est�n abajo.

29. Atento entre los inatentos, plenamente despierto entre los dormidos, el sabio avanza como un corcel� de carreras se adelanta sobre un jamelgo decr�pito.

30. Por permanecer alerta, Indra se impuso a los dioses. As�, la atenci�n es elogiada y la negligencia subestimada.

31. El monje que se deleita en la atenci�n y observa con temor la inatenci�n, avanza como el fuego, superando todo escollo grande o peque�o.

32. El monje que se deleita en la atenci�n y observa con temor la inatenci�n, no es tendente a la ca�da. Est� en presencia del Nibbana.


Cap�tulo 3: La mente

33. Esta mente voluble e inestable, tan dif�cil de gobernar, la endereza el sabio como el arquero la flecha.

34. Esta mente tiembla como un pez cuando lo sacas del agua y lo dejas caer sobre la arena. Por ello, hay que abandonar el campo de las pasiones .

35. Es bueno controlar la mente: dif�cil de dominar, voluble y tendente a posarse all� donde le place. Una mente controlada conduce a la felicidad.

36. La mente es muy dif�cil de percibir, extremadamente sutil, y vuela tras sus fantas�as. El sabio la controla. Una mente controlada lleva a la felicidad.

37. Dispersa, vagando sola, incorp�rea, oculta en una cueva, es la mente. Aquellos que la someten se liberan de las cadenas de Mara.

38. Aquel cuya mente es inestable, no cono ce la ense�anza sublime, y aquel cuya confianza vacila, su sabidur�a no alcanzar� la plenitud.

39. Aquel cuya mente no est� sometida a la avidez ni es afectada por el odio, habiendo trascendido tanto lo bueno como lo malo, permanece vigilante y sin miedo.

40. Percibiendo que este cuerpo es fr�gil como una vasija, y convirtiendo su mente tan fuerte como una ciudad fortificada vencer� a Mara con el cuchillo de la sabidur�a. Velar� por su conquista y vivir� sin apego.

41. Antes de que pase mucho tiempo, este cuerpo, desprovisto de la consciencia, yacer� arrojado sobre la tierra, siendo de tan poco valor como un le�o.

42. Cualquier da�o que un enemigo puede hacer a su enemigo, o uno que odia a uno que es odiado, mayor da�o puede ocasionar una mente mal dirigida.

43. El bien que ni la madre, ni el padre, ni cualquier otro pariente pueda hacer a un hombre, se lo proporciona una mente bien dirigida, ennobleci�ndolo de este modo.

41. Antes de que pase mucho tiempo, este cuerpo, desprovisto de la consciencia, yacer� arrojado sobre la tierra, siendo de tan poco valor como un le�o.

42. Cualquier da�o que un enemigo puede hacer a su enemigo, o uno que odia a uno que es odiado, mayor da�o puede ocasionar una mente mal dirigida.

43. El bien que ni la madre, ni el padre, ni cualquier otro pariente pueda hacer a un hombre, se lo proporciona una mente bien dirigida, ennobleci�ndolo de este modo.


Cap�tulo 4: Flores

44. �Qui�n comprender� esta tierra y el terreno de Yama y este mundo de los devas ? �Qui�n� investigar� el bendito Camino de la Virtud como el experto que selecciona las mejores flores ?

45. El disc�pulo que se ejercita, comprender� esta tierra y el terreno de Yama y el mundo de los devas.El disc�pulo que se ejercita, investigar� el bendito Camino de la Virtud, como el experto que selecciona las mejores flores.

46. Percibiendo este cuerpo como la espuma y comprendiendo que es como un espejismo, aniquilar� las espinas de las pasiones sensuales y burlar� la vigilancia del rey de la muerte .

47. Al que recoge tan s�lo las flores (de los placeres sensoriales)y cuya mente se distrae (en los objetos de los sentidos), la muerte le arrastra como una enorme inundaci�n arrasa a un pueblo entero mientras duerme.

48. Al hombre que toma las flores (de los placeres sensoriales)y cuya mente se distrae, insaciable en sus deseos, el Destructor lo pone bajo su dominio.

49. As� como la abeja liba en la flor, sin da�ar su color y esencia, y luego se aleja, llev�ndose �nicamente la miel, as� el sabio pasa por esta existencia.

50. No deber�amos considerar los fallos de los dem�s, ni lo que los otros han hecho o dejado de hacer, sino nuestros propios actos cometidos u omitidos.

51. Igual que una flor bella y de brillante color, pero sin perfume, as� son de est�riles las buenas palabras de quien no las pone en pr�ctica.

52. Igual que una flor bella y de brillante color, y asimismo rebosante de perfume, son de fruct�feras las buenas palabras de quien las pone en pr�ctica.

53. De la misma manera que un mont�n de flores hacen muchas guirnaldas, as� muchos actos buenos deben ser efectuados por aquel que nace como ser humane.

54. El perfume de las flores no se propaga contra el viento, como tampoco la fragancia de la madera del s�ndalo, del rododendro o del jazm�n, pero la fragancia del virtuoso se esparce contra el viento. La del hombre virtuoso se expande en todas las direcciones.

55. Madera de s�ndalo, rododendro, loto, jazm�n: muy superior a todas estas clases de fragancia es la de la virtud.

56. De peque�o alcance es la fragancia del rododendro o del s�ndalo, pero la de la virtud es suprema y se esparce incluso entre los dioses.

57. Mara no encuentra el sendero hacia aquellos que son perfectos en la virtud, viviendo vigilantes y libres de mancillas, a trav�s de la perfecta realizaci�n (de las Verdades).

58-59. Del mismo modo que puede germinar y florecer un arom�tico loto en un estercolero, as�, entre los ofuscados, deslumbra en sabidur�a el disc�pulo que sigue al Perfecto Iluminado (el Buda).


Cap�tulo 5: El Necio

60. Larga es la noche de uno que est� despierto. Largas son diez millas para ese que est� cansado.Largo es el ciclo de nacimiento y muerte para el necio que no conoce el camino verdadero.

61. Si un viajante no se encuentra con uno mejor o igual,mejor que viaje solo;no hay compa��a en un necio.

62. �Estos hijos me pertenecen, y esta riqueza me pertenece�;con esos pensamientos un necio se atormenta. De hecho, uno no se pertenece a si mismo; �c�mo pueden los hijos y la riqueza de su ser ?

63. El necio que conoce su propia estupidez, es sabio por lo menos hasta ese punto; pero el necio que piensa que es sabio, realmente es un necio.

64. A�n si toda su vida un necio se asocia con un sabio, no comprender� la Ense�anza, igual que la cuchara nunca captar� el saber de la sopa.

65. Si un hombre inteligente se asocia con uno sabio, aunque s�lo sea por un momento, r�pidamente comprender� la Ense�anza, como la lengua capta el saber de la sopa.

66. Necios, hombres de inteligencia inferior, se comportan como sus propios enemigos, cometiendo males actos que producen frutos amargos.

67. No est� bien hecho aquel acto que causa remordimiento despu�s de llevado a cabo, y cuyo resultado uno experimenta lament�ndolo con l�grimas en la cara.

68. Bien hecho es aquel acto que no causa arrepentimiento y cuyo resultado uno experimenta con la mente llena de gran deleite y felicidad.

69. Mientras un mal acto cometido no da su fruto, durante ese tiempo el necio lo cree tan dulce como la miel, pero cuando el mal acto madura, el necio se enfrenta al dolor.

70. Aunque mes tras mes un necio s�lo pudiera comer como mucho alimento un pellizco de hierba kusa, aun eso no ser�a la sexta parte.

71. Un acto malo ejecutado no da su fruto inmediatamente, igual que la leche no se vuelve agria enseguida.
Tal como el fuego cubierto de cenizas arde, as� el mal acto persigue al necio quem�ndolo.

72. Para su ruina, por supuesto, consigue el necio conocimiento y fama, que oscurecen su destine y ofuscan su mente.

73. Ese necio desea reputaci�n y prioridad entre los monjes, autoridad en los monasterios y honores entre otras familias.

74. Deja que laicos y monjes piensen que �l es el que ejecuta cada trabajo, grande o peque�o, dejando que se refieran a �l. As� es la ambici�n de este necio, aumentando sus deseos y su orgullo .

75. Mas, ciertamente, uno es el sendero que conduce a las conquistas mundanas y otro el que lleva al Nibbana. Comprendi�ndolo as� el monje, no se regocija con los favores mundanos, sino que cultiva el desapego.


Cap�tulo 6: El sabio

76. Si uno encuentra un hombre sabio, quien como un descubridor de tesoros te se�ala tus defectos y te llama la atenci�n sobre los mismos, debe asociarse con tal persona. Uno ir� bien y no mal en la compa��a de esta persona.

77. Dejadle que os aconseje y exhorte y os disuada del error. Esta persona es valiosa para los nobles, pero desagradable para los mezquinos.

78. No os asoci�is con amigos mezquinos; no manteng�is la compa��a de hombres innobles. Asociaos con amigos nobles; conservad la compa��a de los mejores entre los hombres.

79. Aquel que bebe en la fuente de la Ense�anza vive felizmente con una mente serena. El hombre sabio siempre goza en la Ense�anza proclamada por los nobles iluminados.

80. Los que riegan, canalizan el agua; los arqueros enderezan la flecha; los carpinteros tallan la madera; los sabios se disciplinan.

81. Como una s�lida roca no se mueve con el viento, as� el sabio permanece imperturbado ante la calumnia y el halago.

82. Como un lago profundo es transparente y tranquilo, as� se vuelven los sabios al escuchar la Ense�anza.

83. El santo se desapega de todo y no se implica en la avidez sensual. Cuando le alcanza la felicidad o el sufrimiento, con sabidur�a no se deja afectar ni por la euforia ni por el abatimiento.

84. Ni para s� mismo ni para otros desea hijos, riquezas o reinos; ni con equ�vocos busca su propio �xito.
Una persona as� es, por supuesto, virtuosa, sabia y recta.

85. Pocos entre los seres humanos son los que cruzan a la otra orilla. La mayor�a solamente suben y bajan por la misma orilla.

86. Pero aquellos que obran rectamente de acuerdo con la Ense�anza, que est� bien establecida, cruzan m�s all� de las pasiones y alcanzan el Nibbana.

87-88. Viniendo desde el hogar al estado sin hogar, que el hombre sabio abandone los estados de ofuscaci�n y cultive la lucidez. Por dif�cil que resulte, que busque el deleitamiento y el disfrute en el desapego. Superando los placeres sensuales, sin impedimentos, el sabio se libra a si mismo de las impurezas de la mente .

89. Aquellos que perfeccionan sus mentes en los Factores de Iluminaci�n, sin ataduras, deleit�ndose en el abandono de la avidez, esos, libres de corrupci�n, esclarecidos, alcanzan el Nibbana incluso en este mundo.


Cap�tulo 7: El honesto

90. Para aquellos cuyo viaje est� concluido, libres de dolor, plenamente liberados de todo y que han puesto fin a todas las ataduras, se extingui� el fuego (de las pasiones).

91. Se esfuerzan por permanecer atentos. A ning�n lugar se apegan. Como cisnes que dejan su lago, abandonan lugar tras lugar y marchan.

92. Para ellos no hay acumulaci�n, y su alimento no es otro que la Liberaci�n, que es Vac�o e Indefinible: tal es su objeto. Su curse es como el de los p�jaros en el aire: no deja huella.

93. Uno tal ha eliminado las corrupciones, no est� apegado al alimento; tiene como objeto la liberaci�n, que es Vac�a e Indefinible. Su andar, como el de los p�jaros en el aire, no deja huella .

94. Aquel que controla firmemente sus sentidos, como el auriga sus caballos; aquel que est� purificado del orgullo y desprovisto de las pasiones, a ese tal hasta los dioses envidian.

95. Como la tierra, una persona ecu�nime y bien disciplinada no se resiente. Es comparable a una columna. Es como un lago cristalino. Alguien de tal ecuanimidad escapa a nuevos nacimientos .

96. Su mente es tranquila, tranquila es su palabra y tranquilos sus actos para quien est� liberado a trav�s del conocimiento perfecto, residiendo firme y en paz.

97. El hombre que no es cr�dulo, que ha comprendido lo Increado, que ha cortado las cadenas, ha puesto fin a la ocasi�n (del bien y del mal) y ha erradicado los deseos, ese hombre es el hombre supremo.

98. Verdaderamente delicioso es aquel lugar donde los iluminados moran: sea en el pueblo o en el bosque, sea en la espesura o en el claro.

99. Deliciosos son los bosques donde las personas comunes no encuentran placer. All� disfrutan los que han quemado sus pasiones. Pues �stos no son buscadores de los placeres sensoriales.


Cap�tulo 8: Miles

100. Mejor que mil disertaciones, mejor que un mero revoltijo de palabras sin significado, es una frase sensata, al escuchar la cual uno se calma.

101. Mejor que mil versos de palabras in�tiles, es uno con una simple y beneficiosa l�nea que al escucharla uno se serene.

102. Mejor es una simple palabra de la Doctrina -que pacifica al que la oye- que cien versos de innumerables palabras.

103. M�s grande que la conquista en batalla de mil veces mil hombres es la conquista de uno mismo.

104-105. Mejor conquistarse a uno mismo que conquistar a los dem�s. Ni un dios ni un semidi�s, ni Mara ni Brahma, pueden deshacer la victoria de aquel que se ha amaestrado a s� mismo y se conduce siempre
con moderaci�n.

106. Aunque mes tras mes, hasta mil, uno hiciera ofrendas durante cien a�os, pero otro honrase a un iluminado solamente por un momento, esta reverencia es mejor que el sacrificio de cien a�os.

107. Aunque durante un siglo un hombre hiciera el rito del fuego en el bosque, si por un solo momento honrase a un iluminado, esta reverencia es mejor que el sacrificio del fuego durante un siglo.

108. Lo que uno ofrezca en este mundo durante un a�o, o los regales que efect�e para alcanzar m�rito, es una nimiedad al lado de lo que representa honrar a aquel santo que es excelente .

109. Para el que cultiva el h�bito de reverenciar constantemente a los mayores y respetarlos, cuatro bendiciones van en aumento: edad, belleza, bendici�n y fuerza.

110. Un solo d�a de la vida de una persona virtuosa y meditativa vale m�s que los cien anos de la vida de una persona inmoral y descontrolada .

111. Un solo d�a de la vida de una persona que se esfuerza con firme resoluci�n vale m�s que cien a�os de la vida de una persona perezosa e indolente.

112. Un solo d�a de la vida de una persona que hace un intenso esfuerzo vale m�s que cien a�os en la vida de uno que es perezoso e inactivo.

113. Un solo d�a de la vida de una persona que comprenda c�mo todas las cosas surgen y se desvanecen, vale m�s que cien a�os de la vida de una persona que no comprende c�mo las cosas surgen y se desvanecen.

114. Un solo d�a de la vida de una persona que vea el Estado Inmortal vale m�s que cien d�as de la vida de una persona sin la visi�n del Estado Inmortal.

115. Un solo d�a de la vida de una persona que perciba la Sublime Verdad vale m�s que cien a�os de la vida de una persona que no perciba la Sublime Verdad.


Cap�tulo 9: El Mal

116. Apresuraos en hacer el bien; refrenad vuestra mente hacia el mal, ya que quienquiera que es lento en hacer el bien, se recrea en el mal.

117. Si un hombre obra mal, que no lo haga una y otra vez, que no se recree en ello. Dolorosa es la acumulaci�n del mal.

118. Si un hombre obra bien, que lo haga una y otra vez, que se recree en ello. Feliz es la acumulaci�n del bien.

119. El malhechor todo lo ve bien hasta que su mala acci�n da fruto, pero cuando madura la fruta, entonces ve sus desafortunados efectos.

120. Incluso una buena persona puede experimentar dolor al obrar bien, pero en cuanto el fruto se produce, entonces experimenta los buenos resultados.

121. No pens�is con ligereza sobre el mal dici�ndoos �no vendr� a m��. Igual que un c�ntaro se llena gota a gota, del mismo modo el necio, acumul�ndolo poco a poco, se llena de maldad.

122. No pens�is con ligereza sobre el bien dici�ndoos �no vendr� a m��. Igual que un c�ntaro se llena gota a gota, del mismo modo el sabio, acumul�ndolo poco a poco, se llena de bondad.

123. Igual que un comerciante con una peque�a caravana transportando mucha riqueza evitar�a un camino peligroso, y as� como un hombre que ama la vida evitar�a el veneno, as� uno deber�a evitar el mal.

124. Del mismo modo que el veneno no puede da�ar la mano que lo transporta, pues el veneno no afecta si no hay herida, as� no sufre da�o quien no est� equivocado.

125. Quienquiera que hiere a un hombre inocente, puro y sin falta, aquel mal se vuelve contra ese necio, as� como el polvo que se ha lanzado contra el viento.

126. Algunos nacen de matriz; los mal�volos nacen en estados desgraciados; los autodominados van a estados benditos; los iluminados obtienen el Nibbana.

127. Ni en los cielos ni en medio del oc�ano, ni en una gruta en las monta�as se halla un lugar donde uno pueda permanecer a salve de las consecuencias de sus males actos.

128. Ni en los cielos ni en medio del oc�ano, ni en una gruta en las monta�as se halla un lugar donde uno pueda permanecer a salvo de la muerte.


Cap�tulo 10: Castigo

129. Todos tiemblan ante el castigo. Todos temen la muerte. Si comparamos a los otros con uno mismo, ni
mataremos ni provocaremos muerte .

130. Todos temen el castigo; todos aman la vida. Compar�ndose con los dem�s, uno no debe matar ni provocar la muerte.

131. Quienquiera que buscando su propia felicidad da�a a los que igual que �l la buscan, no la obtendr� despu�s de la muerte.

132. Quienquiera que busca su propia felicidad y no da�a a los que igual que �l la buscan, la hallar� despu�s de la muerte.

133. No habl�is agresivamente con nadie, porque los que atac�is podr�n replicaros de igual manera . Las discusiones crean dolor y podr�is recibir golpe por golpe.

134. Si permaneces en silencio, como un inservible gong, alcanzar�s el Nibbana; hallar�s la paz.

135. Igual que un vaquero con un palo conduce las vacas a la pradera, as� la vejez y la muerte conducen la vida de los seres a su conclusi�n.

136. Cuando un necio obra mal, por sus propios hechos este est�pido hombre estar� atormentando, como uno abrasado por el fuego.

137-138-139-140. Aquel que hiere con sus armas a los que son inocentes e inofensivos, pronto se precipitar� en uno de estos estados: mucho dolor, heridas corporales o grave enfermedad, p�rdida de la mente u opresi�n por un monarca, o graves acusaciones, o p�rdida de familiares, o ruina, o un incendio que incluso arrase su hogar. Y tras la disoluci�n del cuerpo nacer� en el infierno.

141. No es ir desnudo, ni tener el cabello enmara�ado, ni permanecer sucio o ayunar, ni yacer en el suelo, ni embadurnarse el cuerpo con cenizas, ni caminar sin ponerse erguido, lo que puede purificar al mortal
que no se ha liberado de sus dudas.

142. Aunque vista correctamente, si vive en paz, sometidas las pasiones y controlados los sentidos, es puro y a nadie hiere, �l es un Brahman, un asceta, un monje.

143. Es dif�cil hallar en este mundo alguien que, refrenado por la modestia, evite todo reproche, como el corcel evita el l�tigo.

144. Esforzaos y sed rigurosos, como lo es el corcel cuando siente el l�tigo. Por la confianza, la virtud, el esfuerzo, la concentraci�n, la investigaci�n de la Verdad, el recto conocimiento y conducta, la atenci�n
mental, superar�is el gran sufrimiento.

145. Los que riegan, canalizan las aguas. Los fabricantes de flechas, las enderezan. Los carpinteros trabajan la madera. Los virtuosos se autocontrolan.


Cap�tulo 11: La Vejez

146. �Qu� risa, qu� gozo puede haber cuando siempre se est� ardiendo (en las pasiones) ? Si estuvierais envueltos en la oscuridad, �no buscar�ais la luz ?

147. Contemplad este bello cuerpo, masa de dolores, mont�n de grumos, trastornado, en el que nada dura, nada persiste.

148. Decadencia para este cuerpo, nido de enfermedades, perecedero. Esta putrescible masa se destruye. Verdaderamente, la vida acaba en la muerte.

149. Como vac�as calabazas en oto�o son estos resecos huesos. �Qu� placer hay en mirarlos?

150. Este cuerpo es una ciudadela hecha de huesos cubiertos de carne y sangre en donde se almacenan el envejecimiento y la muerte, el orgullo y el enga�o.

151. Incluso los fastuosos carruajes reales envejecen. Tambi�n el cuerpo envejece. Pero la Ense�anza de los Buenos nunca envejece. As�, lo Bueno permanece entre los Buenos.

152. Aquel que aprende poco, crece como un buey; crece en carne, pero no en sabidur�a.

153. A trav�s de muchas vidas he errado en el samsara buscando, pero no encontrando, al constructor de la casa. Sufrimiento total en este volver y volver a nacer.

154. �Oh, constructor de la casa! Ahora te he percibido. No volver�s a construir esta casa. Todas las vigas han sido quebradas. Se ha aniquilado el soporte central. Mi mente ha alcanzado lo incondicionado.
Habi�ndolo alcanzado, representa el fin del apego.

155. Al no haber vivido la noble vida, al no haber adquirido tal riqueza en su juventud, tales hombres desfallecen como viejas garzas en un estanque sin peces.

156. Aquellos que no han observado la Vida Santa, que en su juventud no han adquirido tesoros, se tornan como in�tiles arcos, mirando hacia el pasado.


Cap�tulo 12: Autocontrol

157. Si uno se aprecia a s� mismo, deber� protegerse bien. El hombre sabio permanece atento en cada una de las tres vigilias.

158. Establ�zcase primero uno mismo en lo que es apropiado antes de aconsejar a los dem�s. Actuando de esta manera, el hombre sabio no caer� en desgracia.

159. Seg�n aconseja a los dem�s, debe �l mismo actuar. Bien controlado �l mismo, puede guiar a los otros.
Verdaderamente es dif�cil controlarse a uno mismo.

160. Uno mismo es su propio refugio. �Qu� otro refugio podr�a haber! Habi�ndose controlado a uno mismo, se obtiene un refugio dif�cil de conseguir.

161. Por uno mismo es hecho el mal; en uno mismo nace y uno mismo lo causa. El mal muele al necio como el
diamante muele la dura gema.

162. La corrupci�n que sobrepasa al hombre es como la enredadera maluva estrangulando al �rbol sala y lo convierte en aquello que para �l desear�a su propio enemigo.

163. De f�cil ejecuci�n son las cosas nocivas y da�inas. Lo bueno y beneficioso es verdaderamente dif�cil de hacer.

164. El hombre est�pido que, por su falsa visi�n, desprecia las ense�anzas de los Iluminados, los Nobles y los Rectos, cultiva frutos que, como le sucede al kashta, producen su propia destrucci�n .

165. Por uno mismo se hace el mal y uno mismo se contamina. Por uno mismo se deja de hacer el mal y uno mismo se purifica. La pureza y la impureza dependen de uno mismo. Nadie puede purificar a otro.

166. Por buscar el logro (espiritual) de los otros, no obstante, no debe uno ser negligente en la b�squeda del propio logro. Percibiendo claramente la propia meta, permita que otro intente su propio resultado.


Cap�tulo 13: El Mundo

167. �No persig�is cosas mezquinas! �No viv�is en la negligencia! �No abrac�is falsos puntos de vista! �No apoy�is el mundo! (al prolongar el ciclo de la existencia y la continuidad : samsara).

168. �Despertaos! Nunca se�is negligentes. Seguid la ley de la virtud. El que practica la virtud vive felizmente en este mundo y en el pr�ximo.

169. Seguid el sendero de la virtud y no el del mal. El que practica la virtud vive felizmente en este mundo y en el pr�ximo.

170. Si uno percibe el mundo como una burbuja de espuma y como un espejismo, a ese no lo ve el Dios de la Muerte.

171. �Venid, contemplad este mundo adornado como un carro real donde los necios est�n inmersos! Pero para los sabios no existe ning�n apego hacia aqu�l.

172. Pero el que antes era necio y despu�s no, ese tal es como cuando la luna ilumina la tierra liber�ndose de las nubes.

173. Aquel cuyas buenas acciones superan las malas, ilumina este mundo como la luna emergiendo de las nubes.

174. Este mundo est� ciego. Solamente unos pocos aqu� pueden ver con claridad. Tan solo unos pocos van a un reino divino, como p�jaros liberados de las redes.

175. Volando, los cisnes siguen el sendero del sol. Los hombres surcan el aire por poderes ps�quicos. Los sabios se apartan de este mundo, habiendo conquistado a Mara y sus huestes.

176. No hay mal que no pueda hacer un mentiroso que haya transgredido la �nica Ley y que se muestra indiferente al mundo de m�s all�.

177. Verdaderamente los m�seros no ir�n al reino celestial. Los necios no alcanzar�n, por supuesto, la liberaci�n. Los hombres sabios se regocijan en la generosidad y van a un reino m�s feliz .

178. Mejor que el poder sobre todo lo terreno, mejor que habitar en los cielos, mejor que el dominio sobre los vastos mundos, es el fruto del Vencedor de lo Ilusorio.


Cap�tulo 14: El Buda

179. Quien conquista la pasi�n, no vuelve a ser derrotado; �qu� podr�a perturbar al Buda omnisciente, libre de cualquier pasi�n y cuyo camino conduce a �l ?

180. �l, en quien no hay enredo, liberado de la avidez que hace renacer, �qu� podr�a perturbar al Buda omnisciente y cuyo camino conduce a �l?

181. Los sabios se adiestran en la meditaci�n y se deleitan en la paz de la renuncia; tales Budas de mente perfecta incluso por los dioses son muy queridos.

182. Raro es el nacimiento como un ser humano. Dif�cil es la vida de los mortales. Extra�o es escuchar la Sublime Ense�anza. Rara es la aparici�n de los Budas.

183. El abandono del mal, el cultivo del bien y la purificaci�n de la mente: tal es la ense�anza de los Budas.

184. La paciencia y la tolerancia son la m�s alta ascesis. Los Budas proclaman que el Nibbana es el supremo. No es un renunciante ni un asceta el que agrede a los otros.

185. No reprochar, no hacer ning�n da�o, practicar la moderaci�n seg�n los preceptos fundamentales, ser moderado en la alimentaci�n, residir en la soledad, aplicarse uno mismo a la concentraci�n mental elevada, tal es la ense�anza de los Budas.

186-187. Ni un torrente de monedas de oro hace la felicidad levantando placeres sensuales. De peque�as dulzuras y penas son los placeres sensuales. Conociendo esto, el hombre sabio no encuentra felicidad ni siquiera en placeres celestiales. El disc�pulo del Todo Iluminado se deleita en la aniquilaci�n del apego.

188-189. Conducidos por el miedo, los hombres acuden a muchos refugios, a monta�as, bosques, grutas, �rboles y temples. Tales, empero, no son refugios seguros. Acudiendo a estos refugios, uno no se libera del dolor.

190-191-192. Pero aquel que toma refugio en el Buda, la Ense�anza y la Orden y ve con recta comprensi�n las Cuatro Nobles Verdades; tal es en realidad el refugio seguro; �se es en verdad el refugio supremo. Recurriendo a este refugio, uno se libera de todo sufrimiento.

193. Dif�cil es hallar al hombre de gran sabidur�a: tal hombre no nace en cualquier parte. Cuando nace un hombre as�, que la familia se sienta muy dichosa.

194. Feliz es el nacimiento de los Budas; feliz es la Ense�anza de la Doctrina sublime; feliz es la unidad de la Orden; feliz es la vida austera de los unidos.

195-196. Qu� valiosa es la reverencia de aquel que reverencia al Buda y sus disc�pulos; �stos han superado los impedimentos y se han liberado de la pena y la lamentaci�n. El m�rito de quien reverencia a tales hombres pac�ficos y sin miedo por nadie ni nada puede ser medido.


Cap�tulo 15: Felicidad

197. Verdaderamente felices vivimos sin odio entre los que odian. Entre seres que odian, vivamos sin odio.

198. Felices vivimos con buena salud entre los que est�n enfermos. Entre los que est�n enfermos, vivamos con buena salud.

199. Vivimos felices sin ansia entre aquellos que ans�an. Entre aquellos que ans�an, vivamos sin ansiar.

200. Felices vivimos porque no tenemos impedimentos. Llen�monos de gozo como dioses en la Esfera Radiante.

201. La victoria engendra enemistad. Los vencidos viven en la infelicidad. Renunciando tanto a la victoria como a la derrota, los pac�ficos viven felices.

202. No hay fuego como el deseo; no hay mal como el odio; no hay nada m�s enfermo que el cuerpo; no hay mayor felicidad que la paz del Nibbana .

203. El hambre es la mayor aflicci�n; los agregados (cuerpo-mente) representan la mayor enfermedad. Percibiendo esta realidad, se alcanza el Nibbana, la dicha suprema.

204. La salud es la m�s alta posesi�n. El contento es el mayor tesoro. Un amigo de confianza es el mejor pariente. Nibbana es la m�s alta bendici�n.

205. Habiendo experimentado el saber de la soledad y de la quietud, libre de angustia y de atadura, se absorbe en el saber del gozo de la Doctrina .

206. Saludable es la visi�n de los Nobles; su compa��a siempre resulta dichosa. No viendo a necios, uno permanecer�a siempre feliz.

207. Verdaderamente, quien permanece en compa��a de necios se atribula durante mucho tiempo. La asociaci�n con necios es incluso tan penosa como con un enemigo. Feliz es la compa��a con un sabio, incluso tanto como el encuentro con un pariente.

208. Si hallas un hombre inteligente, sabio, con conocimiento, consistente, responsable y noble, con un hombre tal, virtuoso e inteligente, debe uno asociarse, como sigue la luna el sendero de las estrellas.


Cap�tulo 16: El Apego

209. Aquel que se aplica a lo que debe ser evitado y no se aplica a lo que debe ser obtenido y abandona su b�squeda, aboc�ndose a los placeres, envidiar� al que ha procedido de modo contrario.

210. No identificarse con lo que es agradable ni identificarse con lo que es desagradable; no mirar a lo que es placentero ni a lo que es displacentero, porque en ambos lados hay dolor.

211. Evita la identificaci�n con lo querido, porque la separaci�n de ello representa dolor; las ataduras no existen para aquel que no hace diferencias entre querido y no querido.

212. Del placer nace el sufrimiento; del placer nace el miedo. Para aquel totalmente libre de placer no hay dolor, y mucho menos miedo.

213. Del deseo surge el dolor; del deseo surge el miedo. Para aquel que est� libre de deseo ni hay dolor ni mucho menos miedo.

214. Del apego surge el sufrimiento; del apego surge el miedo. Para aquel que est� libre de apego ni hay dolor ni mucho menos miedo.

215. De la avidez surge el sufrimiento; de la avidez surge el miedo. Para aquel que est� libre de avidez ni hay dolor ni mucho menos miedo.

216. Del aferramiento surge el sufrimiento; del aferramiento surge el miedo. Para aquel que esta libre de aferramiento ni hay dolor ni mucho menos miedo.

217. El que es perfecto en virtud y Visi�n Cabal est� establecido en la Doctrina, dice la verdad y cumple su deber y es venerado por la gente.

218. El que ha desarrollado el anhelo por lo Incondicionado tiene la mente motivada y no condicionada por los placeres materiales, es denominado uno que No-retorna.

219. Un hombre ausente por largo tiempo y que vuelve estando a salvo, recibe la mejor bienvenida de sus parientes y amigos.

220. Del mismo modo, los buenos actos que se efect�an en esta existencia recibir�n la mejor bienvenida en la pr�xima, como el vecino recibe al ser querido que vuelve.


Cap�tulo 17: La Ira

221. Uno debe liberarse del odio. Uno debe abandonar el orgullo. Uno debe despojarse de todas las ataduras. El sufrimiento no toma al que controla la mente, el cuerpo y sus pasiones.

222. A aquel que refrena el enfado que surge, de la misma manera que el que controla una cuadriga tambaleante, a �se llamo yo conductor. Los dem�s aguantan meramente las riendas .

223. Conquista al hombre airado mediante el amor; conquista al hombre de mala voluntad mediante la bondad; conquista al avaro mediante la generosidad; conquista al mentiroso mediante la verdad.

224. Uno debe decir la verdad y no ceder a la ira; si nos piden, hay que dar, aunque se posea poco; por medio de estas tres cosas, uno se hace merecedor de ir a la presencia de los dieses.

225. Aquellos sabios que son inofensivos y siempre se controlan corporalmente van a un estado sin muerte, donde residen sin ning�n sufrimiento .

226. Se destruyen todas las contaminaciones de aquellos que siempre est�n vigilantes, que se autodisciplinan d�a y noche y que se esfuerzan totalmente en alcanzar el Nibbana.

227. El que sigue es un hecho de siempre, Atula: culpan al que permanece en silencio, culpan al que habla mucho y culpan al que habla moderadamente. No dejan a nadie en el mundo sin culpar.

228. No hubo nunca, ni habr�, ni hay ahora nadie, que pueda encontrarse en este mundo que deje de culpar o elogiar a otros.

229. La sabidur�a brota en aquel que se examina d�a a d�a, cuya vida es intachable, inteligente, arropado con el conocimiento y la virtud.

230. �Qui�n podr�a culpar al que es como una pieza de refinado oro ? Incluso los dioses lo elogian; aun Brahma lo elogia.

231. Uno debe refrenar la mala conducta del cuerpo y controlarlo. Abandonando la mala conducta del cuerpo, uno debe adiestrarse en su buena conducta.

232. Uno debe refrenar la mala conducta del habla y controlarla. Abandonando la mala conducta del habla, uno debe adiestrarse en su buena conducta.

233. Uno debe refrenar la mala conducta de la mente y controlarla. Abandonando la mala conducta de la mente, uno debe adiestrarse en su buena conducta.

234. Los sabios se controlan en actos, en palabras y en pensamientos. Verdaderamente se controlan bien.


Cap�tulo 18: Impurezas

235. Como una amarillenta hoja eres t� ahora. Los mensajeros de la muerte te esperan. Te hallas en el umbral de la decadencia. �Dispones de provisiones ?

236. Haz una isla de ti mismo. Esfu�rzate enseguida; convi�rtete en sabio. Purificado de contaminaciones y sin pasiones, penetrar�s en el celestial estado de los Nobles.

237. Tu vida puede acabarse ahora. La presencia de la muerte est� aqu�. No hay lugar para detenerse en el camino. �Dispones de provisiones ?

238. Haz una isla de ti mismo. Esfu�rzate sin demora; convi�rtete en sabio. Purificado de impurezas y sin pasi�n, te liberar�s del pr�ximo nacimiento de la ancianidad.

239. Gradualmente, poco a poco, de uno a otro instante, el sabio elimina sus propias impurezas como un fundidor elimina la escoria de la plata.

240. Al igual que el �xido surgido del hierro acaba comi�ndose a s� mismo, as� los actos conducen al malhechor a un estado lamentable.

241. La no-recitaci�n es el �xido de los encantamientos; la falta de reparaci�n es el �xido en las casas, como la falta de cuidado lo es de la belleza y la negligencia de la vigilancia.

242. La falta de castidad o la conducta inadecuada es la "mancha o impureza" en una mujer; la mezquindad es la "mancha o impureza" en un benefactor u hombre. "Manchas o impurezas", de hecho, son todas las cosas malas, tanto en este mundo y el pr�ximo.

243. Mas la peor de las faltas es la ignorancia; es la m�s grande. Abandonando las faltas, permanece sin mancilla, oh monje.

244. F�cil es la vida de un sinverg�enza que, con la osad�a de un cuervo, es calumniador, impertinente, arrogante e impuro.

245. Dif�cil es la vida de un hombre modesto que siempre busca la pureza, que es desapegado, humilde, cuya manera de vivir es limpia y reflexiva.

246-247. Cualquiera que destruya la vida, diga mentiras, hurte, vaya en b�squeda de las mujeres de los otros, y sea adicto a los licores y t�xicos, en esta misma vida arrancar� su propia ra�z (felicidad).

248. Sepa entonces, �oh, buen hombre!, �no de f�cil control son las cosas perniciosas�. No dejes que el deseo y el odio te arrastren por el camino del sufrimiento durante largo tiempo.

249. La gente da de acuerdo con su bondad y como le place. Si uno est� envidioso de comida o de bebida de los otros, no podr� hallar la paz ni de noche ni de d�a.

250. Pero el que supera este sentimiento por complete, lo somete y lo destruye, obtiene paz de d�a y de noche.

251. No hay fuego como el deseo; no hay atadura como el odio; no hay red como la ilusi�n; no hay r�o como la avidez.

252. F�cil es ver los fallos de los dem�s, pero los propios fallos son dif�ciles de ver. Uno aventa, como la paja, los fallos de los dem�s, pero esconde los propios como el cazador se esconde a s� mismo.

253. F�cilmente, las personas ven las faltas en los otros, pero dif�cilmente en s� mismas. Como paja diseminada al viento, difunde uno las faltas de los otros, mientras esconde las propias como camufla sus
dados el h�bil jugador.

254. El que ve las faltas de los otros y se irrita, en ese crecen las mancillas. Est� lejos de poder destruir esas mancillas.

255. No hay senda en el cielo. Debe el Santo hallar la suya. La Humanidad se recrea en los impedimentos (obst�culos)* Los Budas est�n libres de impedimentos.


Cap�tulo 19: El Justo

256. Aquel que decide un caso con parcialidad no es justo. El sabio debe investigar imparcialmente tanto lo correcto como lo incorrecto.

257. Est� establecido verdaderamente en la buena ley aquel sabio que, guiado por ella, decide lo justo y lo injusto con imparcialidad.

258. No se vuelve uno sabio tan s�lo con hablar mucho. Aquel que es apacible, libre de odio y miedo (y no
causa miedo), es llamado un hombre sabio.

259. No est� uno versado en la Doctrina por hablar mucho. Aquel que habiendo escuchado la Doctrina no la ignora y la observa, ese tal es uno versado en la Doctrina.

260. No se es un Thera (venerable) �nicamente porque se tenga el cabello canoso. Ese tal puede ser s�lo maduro en edad, y de �l se dir� que �es un hombre que ha envejecido en balde�.

261. En aquel que hay verdad, perfecto comportamiento, no violencia, abstinencia y autocontrol, ese sabio que ha descartado las impurezas, s� es llamado un venerable.

262. Si un hombre es celoso, avaro y mentiroso, no es a trav�s de las meras palabras, el aspecto y la belleza como se volver� un hombre de buena voluntad.

263. Pero el que ha superado y eliminado esas contaminaciones y se ha convertido en un hombre sabio, liberado de odio, �se, por supuesto, es un hombre de buena voluntad.

264. No por afeitarse la cabeza, un hombre indisciplinado y mentiroso se vuelve un asceta. �C�mo podr�a ser un asceta si est� lleno de anhelo y deseo ?

265. El que logra sojuzgar todo mal, peque�o o grande, �se es un monje, porque ha superado todo mal.

266. No es meramente un monje el que vive de la caridad de los otros, sino aquel que observa el c�digo de conducta y por ello se hace merecedor de tal condici�n.

267. El que ha trascendido tanto el m�rito como el dem�rito, que sigue la noble vida pura y vive con comprensi�n en este mundo, a �se verdaderamente se le denomina monje.

268. Observando (voto de) silencio, el hombre no educado y necio no se vuelve un sabio. Pero el hombre sabio que, como si sostuviera una b�scula, escoge lo que es bueno y descarta lo malo, es un verdadero sabio.

269. Por esta misma raz�n es un sabio. El que comprende el mundo (su naturaleza) por dentro y por fuera, es llamado un sabio.

270. No es un hombre noble, un santo, si da�a seres sintientes. El que cultiva el amor benevolente hacia todos los seres es llamado noble.

271-272. No es s�lo por la mera moralidad y la austeridad, ni por la erudici�n, ni por el desarrollo mental de la concentraci�n, ni viviendo en retire, ni pensando "gozo de la bendici�n de la renuncia negada a las personas mundanas", como uno debe sentirse satisfecho, sino que el monje debe conseguir la extinci�n de todas las contaminaciones.


Cap�tulo 20: El Camino

273. De los Caminos, el Camino �ctuplo es el mejor. De las Verdades, las Cuatro Nobles Verdades. El Desapego es el mejor de los estados mentales, Y de los hombres, el hombre de visi�n clara.

274. �nicamente, �ste es el Camino. No hay otro para la purificaci�n de la visi�n. Seguid este Camino y confundir�is a Mara.

275. Siguiendo este Camino, pondr�is fin al sufrimiento. Habiendo yo aprendido el proceso de arrancar la flecha del deseo, proclamo este Camino .

276. Vosotros mismos ten�is que esforzaros. Budas s�lo son los que indican el camino. Aquellos que entran en el Camino y cultivan la meditaci�n se liberan de las garras de Mara.

277. "Todos los fen�menos condicionados son impermanentes." Cuando uno comprende esto con sabidur�a,
entonces uno se hast�a de tal insatisfactoriedad. �ste es el Camino de la purificaci�n.

278. "Todos los fen�menos condicionados est�n sujetos al sufrimiento". Cuando uno comprende esto con
sabidur�a, se hast�a de tal insatisfactoriedad. Este es el Camino de la purificaci�n.

279. "Todos los fen�menos condicionados son impersonales." Cuando uno comprende esto con sabidur�a, entonces uno se hast�a de tal insatisfactoriedad. �ste es el Camino de la purificaci�n .

280. El que no se esfuerza cuando es el momento de esforzarse; el que, a�n joven y fuerte, es indolente; el que es bajo en mente y pensamiento, y perezoso, ese vago jam�s encuentra el Camino hacia la Sabidur�a.

281. Vigilante del habla y bien controlado en mente, que no haga mal con el cuerpo; que purifique esas tres v�as de acci�n y alcance el Camino mostrado por los Sabios.

282. Verdaderamente, de la meditaci�n brota la sabidur�a. Sin meditaci�n, la sabidur�a mengua. Conociendo el doble camino de la ganancia y la p�rdida, debe conducirse uno mismo de manera tal que pueda aumentar la Sabidur�a.

283. Devasta el bosque de las pasiones. Desde el bosque de las pasiones emerge el miedo. Devastando el
bosque y la maleza de las pasiones, permaneced, oh monjes, libres de �stas.

284. A�n el m�nimo deseo del hombre hacia la mujer, si no es aniquilado, atar� mucho tiempo su mente, como el becerro a su madre la vaca.

285. Elimina tu arrogancia como se arranca la lila en oto�o. Cultiva el Camino de la paz. El Nibbana ha sido mostrado por el Iluminado.

286. Aqu� vivir� en la estaci�n de las lluvias; aqu� vivir� en el oto�o y en el invierno: as� proyecta el necio. No se da cuenta del peligro de muerte .

287. La muerte alcanza y se lleva a aquel cuya mente est� anclada en sus hijos y reba�os, como un gran r�o anega a un pueblo mientras duerme .

288. Los hijos no ofrecen ninguna protecci�n, ni el padre, ni los parientes. Para aquel que est� agarrado por la muerte, no puede haber refugio en ning�n pariente.

289. Comprendiendo este hecho, que el hombre Sabio, refrenado por la moralidad, aclare r�pidamente el Camino que conduce al Nibbana.


Cap�tulo 21: Miscel�nea

290. Si al renunciar a una peque�a felicidad se vislumbra una felicidad mayor, entonces que el hombre sabio renuncie a la felicidad m�s peque�a en vista de la felicidad mayor.

291. Aquel que desea su propia felicidad causando sufrimiento a los otros, no est� liberado del odio, puesto que �l mismo est� apresado en las redes del odio.

292. Lo que deber�a hacerse, no se hace. Lo que no deber�a hacerse, se hace: las impurezas, los impulses contaminantes de tales personas, arrogantes y negligentes, crecen.

293. Aquellos que siempre persisten en la pr�ctica de �la atenci�n sobre el cuerpo�, y no hacen lo que no debe hacerse, y constantemente hacen lo que debe hacerse, esos atentos y reflexivos ponen t�rminos a las corrupciones.

294. Habiendo eliminado a la madre (avidez)y al padre (orgullo)y a los dos reyes (infinitismo y nihilismo), y habiendo destruido a un reino y sus habitantes (apego), uno se convierte en un iluminado.

295. Habiendo eliminado a la madre y al padre y a los dos reyes, y habiendo destruido el peligroso sendero (de los deseos sensoriales), se marcha sin dolor hacia el estado de iluminado.

296. Bien alertas se mantienen los disc�pulos del Buda, y tanto de d�a como de noche siempre recuerdan al Buda.

297. Bien alertas se mantienen los disc�pulos del Buda, y tanto de d�a como de noche siempre recuerdan la Doctrina.

298. Bien alertas y atentos se mantienen los disc�pulos del Buda, y tanto de d�a como de noche siempre recuerdan la Orden.

299. Bien alertas y atentos se mantienen los disc�pulos del Buda, y tanto de d�a como de noche siempre est�n vigilantes a las sensaciones del cuerpo.

300. Bien alertas y atentos se mantienen los disc�pulos del Buda, y tanto de d�a como de noche se deleitan en no hacer da�o.

301. Bien alertas y atentos se mantienen los disc�pulos del Buda, y tanto de d�a como de noche se deleitan en la meditaci�n.

302. Dif�cil es renunciar; dif�cil es gozar. Dif�cil y penosa es la vida familiar. Penosa es la asociaci�n con los que nos son incompatibles. Penosa es la larga ruta del samsara. Para evitarla, no persigas el mal.

303. El que est� lleno de confianza y virtud, posee gloria y riqueza y es honrado dondequiera que est� o dondequiera que vaya.

304. Incluso desde un lugar tan lejano como las monta�as del Himalaya, los buenos relucen. Pero los malevolentes, aunque cercanos, son invisibles, como las flechas lanzadas en la noche.

305. Aquel que se sienta solo, descansa solo, pasea solo, se autocontrola en soledad, hallar� dicha en el bosque.


Cap�tulo 22: La Desgracia

306. El que no dice la verdad, va a un estado totalmente desgraciado, y tambi�n el que habiendo hecho algo dice que no lo hizo. Ambos, por igual, despu�s de la muerte pagar�n sus acciones en otro mundo.

307. Muchos que visten la t�nica amarilla son de mala disposici�n y descontrolados. Debido a la suma de sus perversas acciones, nacer�n en un estado desgraciado.

308. M�s valdr�a que el perverso se tragase una bola de acero candente como una llama de fuego, que ser
inmoral y descontrolada persona tomando las limosnas que le ofrecen las gentes.

309. Cuatro calamidades se precipitan sobre el hombre negligente que se asocia con mujeres de otros: la adquisici�n de dem�ritos, p�rdida de sue�o, sentimiento de culpa y un estado de lamentaci�n .

310. Hay adquisici�n de dem�ritos lo mismo que hay un buen y un mal destino. Breve es la alegr�a del hombre y la mujer asustados. El Rey impone un grave castigo. Ning�n hombre debe frecuentar a la mujer de otro .

311. De la misma manera que una brizna de hierba kusa mal cogida con la mano la corta, as� la vida de un asceta mal enfocada le conduce a un estado de desgracia.

312. Cuando lo que debe ser hecho no es hecho, hay pr�ctica corrupta y la vida santa es dudosa, no sobreviene ning�n fruto.

313. Si algo debe ser hecho, uno debe hacerlo. Uno debe ir ascendiendo con firmeza, liber�ndose de los extremes.

314. Es mejor evitar hacer la mala acci�n, porque �sta es seguida por el remordimiento; mejor hacer la buena acci�n, tras la cual no se produce ning�n estado de lamentaci�n.

315. Como una ciudad fronteriza, bien custodiada por dentro y por fuera, gu�rdese uno a s� mismo. Que no descuide la oportunidad; para aquellos que descuidan la oportunidad, habr� nacimiento en un doloroso estado.

316. Aquellos que se averg�enzan cuando no deber�an avergonzarse y que no se averg�enzan cuando deber�an hacerlo, est�n condicionados por equivocados puntos de vista y se conducen hacia un estado de dolor.

317. Aquellos que temen lo que no debe ser temido y no temen lo que debe ser temido, est�n condicionados por equivocados puntos de vista y se conducen hacia un estado de dolor.

318. Imaginan como equivocado lo que no es equivocado y como no equivocado lo que s� lo es: seres que mantienen tales falsos puntos de vista se desploman en un estado de dolor.

319. Conociendo lo equivocado como equivocado y lo acertado como acertado: esos seres, adoptando la visi�n correcta, alcanzan un estado de felicidad.


Cap�tulo 23: El Elefante

320. De la misma manera que un elefante en el campo de batalla soporta la flecha que se le lanza desde un arco, as� uno debe soportar las abusivas palabras que se le dirijan. Verdaderamente, la mayor�a de los hombres poseen una naturaleza enferma.

321. Llevan a una asamblea elefantes entrenados. El rey monta el animal entrenado. Los mejores entrenados entre los hombres son los que resisten el abuse.

322. Excelentes son las mulas entrenadas, as� como los briosos corceles del Sind y los nobles y s�lidos elefantes; pero mucho mejor es el que se ha ejercitado a s� mismo.

323. Seguramente, jam�s con tales veh�culos se alcanzar� el Nibbana, sino control�ndose a trav�s del sometimiento y el autoentrenamiento.

324. El incontrolable elefante Dhanapalaka, cuando est� en cautiverio, no come, porque recuerda al elefante del bosque.

325. El est�pido, cuando es torpe, glot�n, perezoso y se enfanga como un cerdo en la pocilga, renacer� una y otra vez.

326. Previamente, esta mente vagaba donde le plac�a, como a ella se le antojaba. Hoy, con sabidur�a, yo la controlar� como el conductor controla el elefante en ruta.

327. Gozar de la atenci�n pura, vigilad vuestras mentes, salid del fango de las pasiones como lo conseguir�a un elefante hundido en el fango.

328. Si encontr�is un amigo inteligente (quien es apropiado) para acompa�aros, de buena conducta y prudente, en tal caso vivid con �l felizmente y vigilantes, venciendo todos los obst�culos.

329. Si no encontr�is un amigo inteligente para acompa�aros, de buena conducta y sagaz, entonces vivid solos como el rey que ha renunciado al pa�s conquistado, o como un elefante que se pasea a voluntad por el bosque.

330. Es mejor vivir solo; no hay amistad con un necio. Que uno viva solo, evitando todo mal, estando libre de preocupaciones, como un elefante pase�ndose solo por el bosque.

331. Es deseable tener amigos cuando surge una necesidad; feliz aquel que est� contento con cualquier cosa que haya; el m�rito obtenido es agradable (consolador) cuando el fin de la vida se avecina; feliz es el abandono de todos los sufrimientos.

332. En este mundo proporciona felicidad atender a la madre; felicidad atender al padre; felicidad atender a los ascetas, y felicidad, tambi�n, atender a los Nobles.

333. Feliz es la virtud milenaria; feliz es la confianza bien establecida; feliz es la adquisici�n de la sabidur�a; feliz es la abstenci�n del mal.


Cap�tulo 24: Avidez

334. Los deseos de un hombre negligente crecen como la enredadera maluva. El corre de aqu� para all� (de una a otra vida) como un mono en el bosque buscando la fruta.

335. Quienquiera que en este mundo es vencido por el vasto deseo, el apego, sus penas crecer�n como la hierba birana despu�s de haber llovido.

336. Pero quienquiera que en este mundo vence el vasto deseo, tan dif�cil de doblegar, sus penas le abandonar�n como el agua se desliza por la hoja del loto.

337. Yo declaro esto: �Afortunados los que os hab�is reunido aqu�! Cortad las ra�ces de la avidez como el que corta la dulce ra�z de la birana. No se�is como el junco, al que Mara arrasa una y otra vez.

338. De la misma forma que un �rbol cortado crece de nuevo si sus ra�ces est�n firmes e intactas, de igual modo, cuando permanecen las ra�ces del deseo sin haber sido destruidas, el sufrimiento surge una y otra vez.

339. Las treinta y seis corrientes del deseo que arrastran hacia el placer vigorosamente, encadenan a la persona de mente ofuscada, llev�ndola tras el torrencial apego.

340. Las corrientes (del deseo) fluyen por todas partes. Sus ra�ces reto�an y se desarrollan. Contemplando c�mo reto�an, hay que cortar esas ra�ces con la sabidur�a.

341. En los seres surgen los placeres y son saturados por la avidez. Inclinados hacia la felicidad, buscan la felicidad. Verdaderamente, tales hombres nacer�n y decaer�n.

342. Acorralados por la avidez, est�n aterrados como liebres cautivas. Encadenados por grilletes, hallar�n sufrimiento una y otra vez por mucho tiempo.

343. Los seres humanos atrapados en el deseo sienten el mismo terror que una liebre atrapada en el� cepo. Por ello, que abandone el deseo aquel monje que desea el desapego.

344. Quienquiera que, liberado del deseo, encuentra disfrute en el bosque, pero m�s adelante es tentado por el deseo y vuelve a casa, tal hombre, �cotempladlo!, era libre y ha vuelto a la esclavitud.

345, Aquello que es fuerte no es la atadura hecha de hierro, madera o cuerda, sino el apego a piedras preciosas y adornos, el anhelo de mujer e hijos, tal es la gran atadura.

346. La atadura es fuerte, dicen los sabios. Pero incluso esta atadura que amarra a los seres -que se afloja, pero tan dif�cil es de cortar totalmente-, los sabios acaban cort�ndola definitivamente y, abandonando los placeres de los sentidos, libres de anhelos, renuncian.

347. Aquellos que est�n infatuados con la codicia penetran en una corriente que les atrapa como la tela que la ara�a ha tejido de s� misma. Por esta raz�n, el sabio corta con todo ello y se aleja abandonando toda tribulaci�n.

348. Abandonad el apego al pasado; abandonad el apego al futuro; abandonad el apego al presente. Cruzando a la otra orilla del devenir, la mente, liberada por todas partes, no retornar�is al nacimiento y el envejecimiento.

349. El que se perturba con perversos pensamientos, que es excesivamente �vido, que se recrea en pensamientos de apego y aumenta m�s y m�s la avidez, hace cada vez m�s s�lidos los grilletes de Mara.

350. El que se recrea en someter los males pensamientos, medita en las impurezas del cuerpo, permanece muy atento y se esfuerza por superar la avidez, �l se libera de los grilletes de Mara.

351. El que ha alcanzado la meta, sin miedo, permanece sin avidez, desapasionado, ha eliminado las espinas de la vida. Este es su �ltimo renacimiento .

352. El que permanece sin avidez ni aferramiento, y es sagaz en la etimolog�a y los t�rminos, y conoce los grupos de letras y sus secuencias, est� llamado a vivir su �ltimo renacimiento, siendo un gran hombre de profunda sabidur�a.

353. Yo todo lo he dominado, todo lo conozco. De todo me he desapegado. A todo he renunciado. He destruido totalmente toda avidez. Habiendo comprendido todo por m� mismo, �a qui�n llamar� mi maestro?

354. El regale de la Verdad es m�s excelso que cualquier otro regale. El saber de la Verdad es m�s excelso que cualquier otro saber. El placer de la Verdad es m�s excelso que cualquier otro placer. El que ha destruido la avidez, ha superado todo sufrimiento.

355. La riqueza arruina al necio, que no busca el Nibbana. Por culpa del aferramiento a las riquezas, los hombres ignorantes se arruinan a s� mismos y a los otros.

356. La ciza�a da�a los campos como la avidez a la humanidad. Por lo tanto, cuando se produce sin avidez, los frutos son abundantes.

357. La ciza�a da�a los campos como el odio da�a a la humanidad. El que se desembaraza del odio, produce abundantes frutos.

358. La ciza�a da�a los campos como la ignorancia a la humanidad. Por lo tanto, el que se desembaraza de
la ignorancia, produce abundantes frutos.

359. La ciza�a da�a los campos como la codicia da�a a la humanidad. Por lo tanto, el que se desembaraza de la codicia, produce abundantes frutos.


Cap�tulo 25: El monje

360. Refrenar el ojo es bueno. Refrenar el o�do es bueno. Refrenar la nariz es bueno. Refrenar la lengua es bueno.

361. Refrenar el cuerpo es bueno. Refrenar la palabra es bueno. Refrenar la mente es bueno. El control general es bueno. El monje que se controla completamente es liberado de todo dolor.

362. Aquel que se controla en mano, en pie y en habla, poseyendo el m�s alto control, gozando interiormente, dominado, solo, contento, �se es llamado monje.

363. Dulces son las palabras del monje que ha amaestrado su lengua, que se expresa con sabidur�a, que no es petulante y que expone el significado del texto.

364. Que el monje more en la Doctrina, que se deleite en la Doctrina, que medite en la Doctrina, que recuerde bien la Doctrina, que no se extrav�e de la sublime Doctrina.

365. Uno no debe despreciar lo que uno ha recibido, no debe envidiar lo de los otros. El monje que envidia a los otros no alcanza la calma mental.

366. Aunque reciba muy poco, el monje no lo desprecia, e incluso los dioses veneran a ese de vida pura y esforzada.

367. El que no piensa �yo� y �m�o� con respecto a su mente y a su cuerpo, y que no se tribula por lo que es o no es, �se, por supuesto, es denominado un monje.

368. El monje que permanece en el amor benevolente, que goza en la Doctrina, alcanza el Nibbana, que es la superaci�n de todos los fen�menos condicionados.

369. Vac�a, oh monje, esta barca (de la vida). Vaciada por ti, se mover� con celeridad. Eliminando la avidez y las pasiones, viajar�s hacia el Nibbana.

370. Lib�rate de cinco cosas, rechaza cinco cosas, cultiva cinco cosas. El monje que va m�s all� de las cinco ataduras es denominado "El que cruza de la corriente".

371. Medita, oh monje. No seas inatento. No dejes que tu mente se disperse con placeres sensuales. No permanezcas inatento y te dejes consumir como una bola de acero. Abras�ndote, no tendr�s que gritar: "Esto es sufrimiento."

372. No hay concentraci�n para el que no tiene sabidur�a; no hay sabidur�a para el que no se concentra.
En aquel que hay concentraci�n y sabidur�a, �se verdaderamente est� pr�ximo al Nibbana .

373. Aquel monje que ha entrado en un lugar vac�o, la mente calmada y capaz de ver con Visi�n Cabal la Doctrina, consigue la dicha suprema que trasciende la de los hombres.

374. Al contemplar el surgir y desvanecerse de los Agregados" (mente-cuerpo), experimenta dicha y felicidad. El que tal percibe, llega al Nibbana.

375. Esto es lo que llega a ser lo principal para un monje: control sensorial, contento, observancia estricta del C�digo de Conducta, asociaci�n con ben�volos y energ�ticos amigos que viven con total pureza.

376. Sea cordial en sus maneras y refinado en su conducta; saturado de gran j�bilo, lograr� poner fin a todo sufrimiento.

377. Como palidecen y caen las flores del jazm�n, arrojad fuera y totalmente la avidez y la malevolencia.

378. El monje que es calmo en cuerpo, calmo en la palabra, calmo en la mente, bien dispuesto y que se ha despojado de las cosas mundanas, es verdaderamente denominado "uno en plena paz".

379. �Oh, monje!, m�rate a ti mismo con ojos cr�ticos; exam�nate a ti mismo. Cuidando de ti mismo y vigilante, �oh, monje!, vivir�s felizmente.

380. Uno mismo es su propio protector; uno mismo es su propio refugio. Por lo tanto, que uno mismo se cuide de la misma forma que el vendedor de caballos cuidar� al buen caballo.

381. Lleno de alegr�a, lleno de confianza en la Ense�anza del Buda, el monje obtendr� el Estado de Paz, no afectado ante los fen�menos condicionados, jubiloso.

382. El monje que mientras es joven se aplica a la Ense�anza del Buda, ilumina este mundo como la luna libre de nubes.


Cap�tulo 26: El Noble

383. Esforzado y resistente, cruza la corriente. Descarta, oh noble, los deseos sensoriales. Conociendo la aniquilaci�n de los fen�menos condicionados, s�, oh noble, un conocedor del Nibbana.

384. Mediante la meditaci�n y la Visi�n Cabal, el noble alcanza la m�s alta Sabidur�a y, liber�ndose de toda atadura del que sabe, se extingue.

385. Aquel para el que no existe ni esto ni aquello, ni �yo� ni �m�o�, est� alerta y liberado de las pasiones, a �se llamo yo un noble.

386. Al que es meditativo, puro y tranquilo, que ha llevado a cabo su deber y est� libre de corrupciones, habiendo alcanzado la m�s Alta Meta, a �se llamo yo noble.

387. El sol brilla de d�a; la luna brilla de noche; en su armadura brilla el rey guerrero; en la meditaci�n brilla el noble. Pero todo el d�a y toda la noche brilla el Buda en su esplendor.

388. Porque ha descartado el mal, es llamado noble; porque vive en paz, es llamado monje; porque ha abandonado las impurezas, es llamado recluso.

389. Nunca debe da�arse a un noble, ni deber� el noble devolver el da�o al que se lo ha provocado. Se averg�ence aquel que lastime a un noble. M�s se averg�ence el noble que quiera vengarse .

390. No es peque�a la recompensa del noble que no toma represalias. Cuando la mente es apartada del placer y cesa el intento de da�ar, el sufrimiento amaina.

391. El que no comete ning�n mal con el cuerpo, la palabra y la mente, el que se autocontrola en estos tres aspectos, a �se llamo yo noble .

392. Rever�nciese devotamente a cualquiera que haya comprendido la Doctrina predicada por el Iluminado, como un brahm�n reverencia el sacrificio del fuego.

393. No por dejarse el pelo trenzado, ni por el linaje, ni por el nacimiento se vuelve uno un noble, sino aquel que es verdadero y recto, puro, �se es un noble.

394. �De qu� sirve el pelo trenzado, oh necio ? �De qu� sirve tu ropa de ant�lope ? Interiormente est�s lleno de pasiones, pero permaneces limpio por fuera.

395. Al hombre que lleva t�nica hecha de apa�os, que es delgado, de vigorosas venas, que medita solo en
el bosque, a �se llamo yo noble.

396. Yo no llamo merecidamente noble a uno porque ha nacido en tal linaje o de madre brahm�n. No puede serlo merecidamente quien no se ha liberado de los impedimentos. El que est� libre de impedimentos (mentales), libre de ataduras, a �se llamo noble.

397. El que ha cortado todas las ataduras y no tiembla, el que ha ido m�s all� de toda atadura y es libre, a �se llamo yo noble.

398. El que ha cortado la correa (de la malevolencia), las riendas (de la codicia) y la cuerda (de las herej�as), junto con la erradicaci�n de las tendencias latentes, y ha diluido la ignorancia y es un iluminado, a �se llamo yo noble .

399. El que sin odio padece reproches, golpes y castigos, para quien la paciencia es su arma y poder, a �se llamo yo noble.

400. Quien carece de c�lera, pero es firme, virtuoso, libre de avidez, autocontrolado y que �ste ser� su �ltimo renacimiento, a �se llamo yo noble .

401. Aquel que como el agua en la hoja del loto, o como el grano de mostaza en la punta de una aguja, no se agarra a los placeres, a �se llamo yo noble.

402. Al que en esta vida ha efectuado la aniquilaci�n del sufrimiento, que es libre de sus Agregados (cuerpo-mente) y se ha emancipado de las trabas mentales, a �se llamo yo noble.

403. Aquel cuya sabidur�a es profunda, que posee la Visi�n Cabal, adiestrado en conocer cu�l es el sendero correcto y cu�l el equivocado, que ha alcanzado el final m�s elevado, a �se llamo yo noble.

404. Quien no intima con los que tienen hogar ni con los que no lo tienen, que libre vagabundea, sin deseos, a �se llamo yo un noble.

405. Aquel que ha dejado de lado el palo de la violencia hacia los seres, d�biles o fuertes, que no mata ni causa muerte, a �se llamo yo noble.

406. Aquel que es amigo entre los hostiles, controlado entre los armados, desapegado entre los apegados, a �se llamo yo noble.

407. Aquel cuyo deseo y odio, orgullo e ignorancia han ca�do como la semilla de mostaza desde la punta de la aguja, a �se llamo yo noble.

408. Aquel que s�lo profiere palabras gentiles, instructivas y veraces, que habla sin ofender a nadie, a �se llamo yo noble.

409. Aquel que en este mundo no coge nada que no le den, sea valioso o sin valor, peque�o o grande, agradable o desagradable, a �se llamo yo noble.

410. Aquel que no tiene anhelos en este mundo ni en el pr�ximo, libre de deseos y emancipado, a �se llamo yo noble.

411. Aquel que a trav�s del conocimiento, est� libre de dudas, y se ha establecido firmemente en el Nibbana, a �se llamo yo noble.

412. Quien ha trascendido las ataduras tanto del mal como del bien, libre de pena, libre de contaminaciones y puro, a �se llamo yo noble.

413. Aquel que est� libre de mancha, inmaculado como la luna, puro, absolutamente sereno y claro, que ha destruido la sed del devenir, a �se llamo yo noble.

414. Quien ha superado la avidez, este dificultoso sendero, el oc�ano de vida, la ignorancia, el que ha cruzado y llegado m�s all�, que es meditativo, libre de aferramiento y dudas, que a nada se encadena y ha alcanzado el Nibbana, a �se llamo yo noble.

415. El que ha abandonado los deseos sensoriales, ha renunciado a la vida mundana y no tiene hogar, ha destruido todos los deseos sensoriales y devenido libre, a �se llamo yo noble.

416. Aquel que en este mundo ha superado la avidez, renunciando a la vida mundana y viviendo sin hogar, el que ha destruido la avidez y devenido libre, a �se llamo yo noble.

417. Aquel que ha descartado las ataduras mundanas y celestes, y est� completamente liberado de ellas, a �se llamo yo noble.

418. El que est� m�s all� del placer y el displacer serene, sin manchas, y que ha conquistado sus Agregados (mente-cuerpo), y es tenaz, a �se llamo yo noble.

419. Aquel que conoce el camino de los seres que mueren y renacen, que no se apega, que camina hacia el Nibbana y se ilumina, a �se llamo yo noble.

420. Aquel cuyo destine ni los dieses ni los semidioses, ni tampoco los hombres conocen, que ha destruido todas las impurezas y que ha conseguido la meta, a �se llamo yo noble.

421. Aquel que no se agarra a los Agregados, que son pasado, futuro o presente, que permanece sin encadenarse y sin aferramiento, a �se llamo yo noble.

422. Aquel sin miedo, el noble, el h�roe, el gran sabio, el conquistador, sin deseos, el limpio, el iluminado, a �se llamo yo noble.

423. Aquel sabio que conoce sus vidas previas, que percibe el cielo y el infierno, que ha llegado al final de los nacimientos y que ha alcanzado el Conocimiento Supremo y ha completado su labor viviendo la vida santa, a �se llamo yo noble .

Fin de El Dhammapada

Última actualización el Sábado, 02 de Noviembre de 2013 01:44